martes, 18 de febrero de 2014

De “oposición” y Misiones: El golpe mediático y la guerra económica contra Maduro

Por Luis Díaz “La lucha es cultural. Todavía recordamos aquella frase, de los ‘mayameros’: “¡Ta barato, dame dos!”. El American way of life. Con todo nuestro respeto al modo de vida norteamericano; pero es que a nosotros nos bombardearon, y nos siguen bombardeando, con un modo de vida que no es el modo de vida de unos seres humanos, de una sociedad, de un pueblo. ¡No es!” Hugo Chávez
La llamada oposición que es como se le conoce a la derecha mantuana en Venezuela vuelve al ataque en otro intento de golpe de estado, fraguado junto a la prensa comercial y sus cómplices en el resto del mundo. Las noticias que nos llegan dicen que el gobierno de Nicolás Maduro está masacrando estudiantes, quienes por su parte se manifiestan pacíficamente ante sus reclamos democráticos. La verdad del caso es que incluso sectores de la izquierda puertorriqueña le han hecho coro a estas voces, y otros, ante la desinformación y manipulación de los hechos, no encuentran argumentos para defender el renacimiento del socialismo de las supuestas acciones de lesa humanidad. Desde acá, es decir, la FCC, El Nuevo Día, Primera Hora (que es lo mismo, pero peor), El Vocero, Univisión, WAPA (Lo Sé Todo incluido), Telemundo (Dando Candela también) y otros conglomerados noticiosos han recitado este libreto de memoria al igual que las señales por cable de CNN, FOX, ABC, NBC y que se yo, reciclando el mismo mensaje que vienen repitiendo desde que se dieron cuenta de que el gobierno de Hugo Chávez venía a tumbarles el vacilón que tenían desde que se descubrió el petróleo en Venezuela. Es más, estaban locos por que se muriera Chávez para ver qué pasaba. Repetían: ¿Y después de Chávez, que? Adelante, risas grabadas. Notorias fueron las expresiones de nuestro Willie Colón acerca de que en Venezuela había dos presidentes, uno maduro y otro podrido, mofándose del cáncer como el que han combatido Robi Rosa y Dagmar, el mismo que Raymond Arrieta combate en sus maratones y caminatas. Los ataques contra el nuevo presidente comenzaron con el tema de que “Maduro no es Chávez”, como es evidente, pero añado yo que tampoco es un García Padilla, ni mucho menos su jefe máximo y Premio Nobel de la Paz, Barack Obama, cuyos aviones bombarderos lanzaría contra Venezuela ante la menor provocación. Tanto para el primero, como el segundo la única fórmula de estatus ideal para Puerto Rico es el Quo. “Nuestro” gobernador, quien obtuvo un margen similar al de Maduro en su elección contra el prófugo Luis Fortuño, ha demostrado ser más de lo mismo; lo mismo que todos los gobernadores que le antecedieron. No ha demostrado tener los galones para enfrentar las amenazas de las agencias crediticias y otros organismos del imperialismo económico mundial, con su receta neoliberal. Ni siquiera consideró importantes las manifestaciones expresadas sobre la posible inclusión de Puerto Rico en la Comunidad de Estados de Latinoamérica y el Caribe (CELAC) y PETROCARIBE entre sus estrategias económicas para paliar la presente crisis que no parece que acabará pronto. Obama, por su parte, ha sido una gran decepción para todo el mundo, demostrando ser el Primer Ejecutivo del gran bufete de Wall Street y la Reserva Federal. Nuestra principal válvula de escape ante la crisis parece cualquiera de los “gates” que abundan en el privatizado aeropuerto Luis Muñoz Marín, el cual en cualquier momento pudieran bautizar como Jet Blue. Se ha popularizado la imagen de Maduro como un disparatero cantinflesco. Muchas han sido las parodias sobre la visita del pajarito y la multiplicación de los penes y otras ‘güevonadas’, que habían sido la punta de lanza de los medios para cuestionar sus capacidades y desvirtuar su figura democráticamente electa en abril pasado. Que se murió Hugo Chávez y la derecha escuálida no logró desarticular el curso de la Revolución Bolivariana es su primer logro en sí mismo, a pesar del ínfimo margen porcentual que obtuvo el candidato del Partido Socialista Unido de Venezuela y el Polo Patriótico. Pero si algo ha reivindicado la Revolución Bolivariana es lo mucho que se ha luchado en la calle, en la brea, la lucha de clases. El reto asumido por Maduro, un socialista de historia, sindicalista y obrero de verdad habría sido muy difícil para cualquiera. Pregúntese usted qué habría pasado en Cuba sin Fidel, o estudie lo que pasó en Rusia cuando Lenin murió, o con la Gran Colombia de Bolívar sin Sucre; todas estas revoluciones acechadas por los zamuros del imperialismo, como los que rondan el cielo de Caracas. Un chofer de carro publico por décadas le ganó la presidencia a un burgués educado en Estados Unidos, y nos hace fantasear con las demandas recientes de los choferes de la AMA contra Alejandro García Padilla o cuando la Asociación de Choferes era la vanguardia revolucionaria del proletariado puertorriqueño que renovó el movimiento obrero y combatió la crisis de La Gran Depresión de los ‘30. (Pero sabemos que García Padilla no es el que conduce a Puerto Rico). Desde la elección de Maduro hasta el momento presente la burguesía pretende seguir con su actitud de sabotaje a la democracia popular más amplia del mundo al producir artificialmente una escasez de productos en los comercios, que es la secuela del paro patronal de la industria petrolera que siguió a su fallido golpe de estado en 2002. En ese entonces, como ahora, una alianza compuesta por el gobierno revolucionario, el pueblo organizado y la fuerza armada se impuso sobre los elementos de la derecha, la burguesía y sus mercenarios armados por el imperialismo global. Aquel golpe fallido, junto al paro petrolero que le sucedió, facilitó la nacionalización de la industria principal del país, hecho que se tradujo en una fase de profundización revolucionaria y la ampliación de la participación popular en el proceso democrático y su reordenamiento económico. La actual “guerra económica”, unida a este “golpe mediático” de 2014, significan una nueva fase en la lucha de clases contra la burguesía y el imperialismo en Venezuela, además de una oportunidad para que el presidente Maduro revalide ante el fervor de la gente. Maduro es el continuador de un proyecto revolucionario que ha logrado estrechar la brecha entre ricos y pobres, y elevar los estándares de la educación, vivienda, salud y participación ciudadana en el proceso político que empezó con la elección de Chávez. Si se dice que Maduro esta masacrando gente, eso es un embuste, porque no se está matando a nadie como en Kabul y Bagdad. Lo otro sería considerar que dicha representación del movimiento estudiantil venezolano es de los hijos de los burgueses, por más pequeños que sean, protestando porque se pierde la conciencia ‘mayamera’ en su país. Estos no son los chamaquitos que tuvieron que enfrentar al propio dios Lucifer de la lucha libre, Chicky Starr, en los portones de la UPR. En esta ocasión, los mozalbetes armados y desestabilizadores pagados por la derecha están con dichos “estudiantes” venezolanos, no están con el Club Deportivo. No están pidiendo facilitar el acceso, ni la democratización del sistema educativo de su país, como los panitas de la IUPI. Estos son los miembros de una clase social asustada ante el hecho de que Maduro no es Chávez, pero que eso no es un problema ya. Las Naciones Unidas y la Unesco, han reconocido a Venezuela por sus alcances y desarrollos en el campo de la educación, al crear 41 programas nacionales de formación, 20 casas de educación universitaria, cuatro institutos tecnológicos, seis universidades politécnicas y 10 universidades. La República Bolivariana no es solamente el segundo territorio con mayor matrícula universitaria de América Latina (después de Cuba), si no el quinto en el planeta tierra. En el 1998, la matrícula universitaria era de 785 mil estudiantes; pero en 2011 llego a dos millones 340 mil estudiantes universitarios, en un incremento del 300 %. La inversión en educación universitaria en 1998, se ubicó en 1,183 millones de bolívares; en 2011, llego a 23,000 millones de bolívares, en un incremento del 1,800 por ciento. Los índices de escolaridad en educación primaria se incrementaron del 86 al 93 por ciento, además de que la reprobación de grado disminuyó un 40 por ciento, y la deserción escolar un 64 por ciento. Estas cifras, todas indiscutidas por oposición alguna, figuran en un informe histórico emitido en 2011 por el Estado, como motivo del aniversario 200 de la Constitución de Venezuela. Con el petróleo que le quitaron a la burguesía se establecieron las Misiones Bolivarianas en 2003, que según sus postulados buscan “enfrentar las causas y consecuencias de la pobreza y la exclusión, con la participación protagónica del pueblo”. Al reconocer el deterioro de su sistema educativo público y la progresiva exclusión del conocimiento a las mayorías empobrecidas, unido a la implementación de políticas neoliberales hasta 1998, el gobierno adoptó medidas para la recuperación de la planta física de las escuelas, y creó las escuelas y liceos bolivarianos, donde se promueve la educación integral en diversos espacios de encuentro y participación entre la comunidad estudiantil y educativa. Para incluir a la población adulta excluida se crearon distintas etapas de alfabetización, escolarización primaria y secundaria, y de acceso a la educación superior y especialización universitaria. La Misión Robinson I, para la erradicación del analfabetismo, benefició a un millón 300 mil venezolanos en un solo año, representando el 9% de la población mayor de diez años, y ubicó a Venezuela a nivel internacional como territorio libre de analfabetismo. De igual forma, la Misión Robinson II garantiza los estudios básicos de la población alfabetizada con un curso de escuela primaria en dos años, mientras que la Misión Ribas se ocupa de la educación secundaria y diversificada a quienes no la terminaron o no tuvieron la oportunidad de acceder a ella. La Misión Sucre para la educación universitaria debido a las desigualdades persistentes en el sistema formal, creó programas de educación a distancia en ambientes locales, comunidades populares y aldeas universitarias. Estos se articulan a su vez con los programas de la Universidad Bolivariana de Venezuela para garantizar la integración de los estudiantes en sus propias comunidades. ¿Está masacrando gente el gobierno de Maduro? Embuste. ¿Está reprimiendo al movimiento estudiantil venezolano este gobierno socialista? Mentira. Lo mismo se dijo de Chávez en abril de 2002, cuando los medios noticiosos me lo presentaron por primera vez como un loquito, un caudillo militar latinoamericano más, que se cree Bolívar y que de socialista solo tenía ese fantasma represivo del estalinismo. En Venezuela hubo caudillos de verdad como José Antonio Páez, Juan Vicente Gómez y Marcos Pérez Jiménez, además de diversos matices de muñoces marines durante el ‘puntofijismo’ de la IV República en la Venezuela Saudita, algunos de los cuales naufragaron en Puerto Rico. Se dijo en abril de 2002, que el gobierno de Chávez estaba matando a los civiles. Nada más lejos de la verdad, si no todo lo contrario, una sección del ejército lo mantenía secuestrado en una base militar, mientras un grupito de ejecutivos de FEDECAMARAS se preparaba para coronar ‘dedocráticamente’ al candidato de la “oposición” Carmona Estanga. Como en otras tantas novelas latinoamericanas tramadas en Washington, la alta oficialidad comenzó a mandar francotiradores para dispararle a su gente, para culpar al gobierno bolivariano, para reclamar la cabeza de Chávez. Mientras tanto, en la televisión solo pasaban episodios de Los Picapiedras. La respuesta violenta de la “oposición” como se llama la derecha golpista en Venezuela, se debió a que cuando Chávez ganó por primera vez en el 98, no le tembló el pulso para convocar a una Asamblea Nacional Constituyente a los pocos meses (¡ay Agapito!). Aprobada por vía de referéndum, la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela estableció una sociedad “democrática, participativa, protagónica, multiétnica y pluricultural”. Impulsó modelos alternativos a la democracia representativa y el neoliberalismo, la redistribución del poder, un régimen económico solidario y sustentable, disponiendo al Estado como regulador de las relaciones económicas. En 2001, la Asamblea Nacional aprobó 49 leyes para reordenar la economía y consolidar el carácter de la nueva república. Este fue el contexto en el cual se tramó la conspiración de los dinosaurios del ‘puntofijismo’ de la IV República el 11 de abril de 2002, es decir la burguesía apátrida en sus encarnaciones económicas, partidistas y periodísticas, como la que regenta Puerto Rico. Pero la gente salió a las calles a preguntar por su presidente y lo libró de la lapidación imperialista, validando de una vez la candidatura y secundando el proyecto socialista del Teniente Coronel del ejército. Con su carisma incomparable, valiéndose de sus destrezas de comunicación con el pueblo, Chavez manifestó que bajaría “al quinto infierno” si fuera necesario para continuar con la ruta emprendida. Aun así, algunos escépticos se olvidan de lo que ha sido capaz esta oposición mantuana en su lucha sin cuartel por defender su capitalismo salvaje y su American way of life. Me huele a azufre. Vale preguntarse si ante una “oposición” golpista, las victorias de la revolución no deben defenderse del derramamiento de sangre desestabilizador que promueven los medios que desinforman. Los dejo con palabras de Chavez a la Obi Wan Kenobi: “Hay que batallar por dentro contra el veneno, ese veneno del capitalismo, del individualismo, del egoísmo, de la ambición personal por tener riqueza. Vamos a despojarnos de ese demonio de una vez y siempre en la tierra venezolana”.

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